Estaba llamada a ser la última demostración de fuerza del trumpismo antes de que Donald Trump abandone la Casa Blanca y ha acabado desencadenando imágenes extraordinarias de caos y violencia, las mismas que el republicano ha abonado en los últimos cuatro años. Cientos de manifestantes han irrumpido este miércoles en el Capitolio de Estados Unidos, donde las dos cámaras del Congreso están reunidas para certificar la victoria de Joe Biden en noviembre. El allanamiento, que ha sumido a Estados Unidos en la confusión, se ha producido después de que una multitud tomara las escaleras del edificio sin apenas oposición policial, lo que ha provocado el cierre de emergencia del edificio.
Apenas una hora antes, el presidente se había dirigido a la multitud para insistir en su teoría del robo, pidiendo veladamente a sus seguidores que ajustaran cuentas con los artífices del desacreditado pucherazo. Con el asalto al Capitolio ya perpetrado, Trump colgó un mensaje en las redes sociales pidiendo a los manifestantes que se retirasen, pero volvió a insistir en su infundada teoría del fraude.
La imagen insólita del Capitolio ocupado obligó a suspender la sesión conjunta de las dos cámaras del Congreso. Las autoridades cerraron las puertas del hemiciclo y evacuaron al vicepresidente Mike Pence para garantizar su seguridad. Pero aun así se vivieron momentos de extrema tensión. Las puertas del Senado tuvieron que bloquearse con armarios, según algunas fotografías, pero algunos manifestantes llegaron a entrar en el hemiciclo. Una fotografía capturó a uno de ellos levantando el puño desde el estrado que ocupa habitualmente el presidente de la Cámara. Otros irrumpieron en las oficinas de los congresistas y, según informaciones de la CNN, llegó a producirse un enfrentamiento armado en los pasillos del edificio.