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Carlos Alcaraz conquista Montecarlo

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El lobo de Murcia aprende a reinar en la Costa Azul

Hay títulos que se ganan y otros que se conquistan. Los primeros aparecen en el palmarés; los segundos quedan tatuados en la memoria colectiva del deporte. Lo que hizo Carlos Alcaraz este domingo en Montecarlo pertenece a esa segunda categoría. No fue solo una victoria. Fue un mensaje.

Montecarlo, tierra de leyendas, escenario de gladiadores de la tierra batida, conoció por fin el rugido de un nuevo depredador. Y viene de Murcia. Tiene 20 años. Y cada vez que pisa la arcilla parece más cómodo, más sabio y más peligroso.

Su presa esta vez fue el talentoso italiano Lorenzo Musetti, un artista del revés a una mano, un jugador fino, elegante y, sobre todo, valiente. El duelo prometía y cumplió. Alcaraz lo ganó por 3-6, 6-1 y 6-0. Pero el resultado no cuenta todo lo que ocurrió.

Musetti golpea primero

El inicio del partido dejó claro que Musetti no había venido a hacer turismo por la Costa Azul. El italiano desplegó su mejor repertorio: dejadas milimétricas, subidas a la red inteligentes y un revés a una mano que pintaba líneas en la pista como un pincel sobre lienzo.

El murciano, por momentos, pareció sorprendido. La velocidad de las bolas de Musetti y su temple en los momentos clave le dieron el primer set por 3-6. Algunos miraban el marcador y recordaban que Alcaraz venía de un inicio de año irregular, con dudas físicas y derrotas inesperadas.

Pero este Carlos no es el de hace unos meses. Este Carlos tiene cicatrices. Y en el tenis, las cicatrices enseñan más que las victorias fáciles.

El despertar del campeón

Lo que ocurrió después fue un máster acelerado de cómo se gana un partido importante en tierra batida. Alcaraz cambió de marcha. Empezó a golpear más profundo, a mover a Musetti de lado a lado de la pista y a castigar su físico.

El segundo set fue suyo sin discusión: 6-1. Y lo más impactante no fue el marcador, sino la sensación de inevitabilidad que transmitía. El partido ya solo parecía tener un dueño.

En el tercer set, Musetti sufrió una lesión en el psoas que limitó aún más sus posibilidades. Pero Alcaraz no se dejó llevar por la compasión. Sabía que estaba ante una oportunidad de oro y no bajó la intensidad ni un solo instante.

Resultado final: 6-0. Demoledor.

Montecarlo como punto de inflexión

Con este triunfo, Carlos Alcaraz suma su primer Masters 1000 de Montecarlo, el sexto de su carrera y el título número 18 en su palmarés. Además, recupera el número 2 del mundo, superando a Zverev y quedándose a la estela de Jannik Sinner.

Pero más allá de los números, esta victoria es un mensaje al circuito: Alcaraz está de vuelta. Con hambre. Con físico. Con la mentalidad de un campeón.

Él mismo lo reconocía tras el partido:

«Ha sido muy duro encontrar la forma de no pensar en todo lo que me estaba pasando. Ganar aquí me da confianza para todo lo que viene.»

Unas palabras que suenan a aviso. Porque la temporada de tierra no ha hecho más que empezar.

París en el horizonte

Montecarlo siempre fue territorio de leyendas. Allí empezó a reinar Rafael Nadal. Allí Ferrero, su entrenador, escribió algunas de sus mejores páginas. Ahora, Alcaraz empieza su propia historia.

En el horizonte asoman Madrid, Roma… y sobre todo París. Roland Garros ya no es un sueño lejano para el murciano. Es un objetivo real.

El tenis mundial lo sabe. El público lo intuye. Y en Murcia, su tierra, lo celebran con orgullo.

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Porque el chico que un día golpeaba pelotas en las pistas de El Palmar ha aprendido a ganar en los lugares donde solo sobreviven los mejores.

Montecarlo ya lo vio. Y París ya escucha el eco de sus pasos. El lobo de Murcia ya sabe cazar en la Costa Azul.

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