No escondió que las condiciones con las que se ha topado en sus primeros días en París son muy diferentes a las que está acostumbrado a todos los niveles, por la burbuja anticoronavirus, por la falta de público, por el clima y también por la pelota, nueva para esta edición.
«Estamos a 9 grados. Para jugar un torneo al aire libre, estamos en una situación límite. Lloviendo casi cada día, con frío, con viento… y las bolas han cambiado», comenzó su comparecencia con los medios.
Y desgranó cómo había encontrado la nueva pelota Wilson. «Es la primera vez que esta marca hace una bola para Roland Garros y creo que hay muchas cosas que mejorar. El torneo tendrá que revisar después porque supongo que la salud de los jugadores está por encima de todo y esta bola es un poquito peligrosa para hombros y codos. Entrené con ella en Mallorca en verano y era lenta, aquí con frío es como una piedra. Los partidos pueden ser casi más largos que antes. Cuesta mucho ganar puntos. Se hace pesada, cuesta que coja los efectos».
Así, por resumir, el balear aseguró que de todos los Roland Garros en los que ha participado, «este es el que tiene las condiciones más negativas, en todo, a nivel de juego también, por el clima, y las bolas». Sin embargo, asume los cambios y también la ilusión de adaptarse a ellos lo más rápido y mejor que pueda para ganarse opciones de éxito.
Debuta este lunes contra el bielorruso Egor Gerasimov, después de unos días en los que ha tenido sensaciones positivas en los entrenamientos. Y en las que asume que el año ha sido raro en general porque tampoco su preparación ha sido la perfecta. Ni los partidos que ha jugado hasta ahora, dos victorias y una derrota en el Masters 1.000 de Roma pueden darle mucha información. Sobre todo con unas condiciones tan cambiantes de un torneo a otro. «Lo que no puede fallar es mi actitud y mi ilusión por hacerlo lo mejor posible. Mi predisposición es la de aceptar todos los retos que se puedan ir presentando e intentar superarlos cada día con el conocimiento de que las condiciones no son las ideales ni podemos esperar que sean perfectas. Las condiciones no son ideales, verdad. Que la preparación no es la mejor, también. Pero uno tiene que convivir con las condiciones que se van presentando».
Entre lo que echará de menos con respecto a otros años, lo tiene claro: «Un clima adecuado. A nueve grados al cuerpo le cuesta un poquito. Y también un clima de alegría, no solo en el tenis, sino en la vida en general. Echaré de menos unas condiciones de juego un poquito más razonables para un torneo de tierra, bola y demás. Y un clima de fiesta, de la gente, del público. Esto no lo tenemos y confiemos que podamos volver a disfrutar pronto, aunque la situación no va por el camino deseado».